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Pensador, publicista y político francés, iniciador del catolicismo liberal en Francia, aunque su postura fue conservadora y acaso integrista. Nació en Saint Malo en 1782. Lector empedernido desde la infancia, perdió la fe de joven por sus aficiones literarias imprudentes. La recuperó con la ayuda de su hermano, ya sacerdote, en 1804. Se entregó entonces a escribir en defensa de la Iglesia
Con su hermano escribió "Reflexiones sobre la situación de la Iglesia en Francia durante el s. XVIII" publicado en 1808; y luego "Tradición de la Iglesia sobre la institución de los obispos"
Se exilió en Inglaterra al llegar el Gobierno de los cien días de Napoleón. Se ordenó sacerdote al regreso, en 1816
Publicó su mejor obra, "Ensayo sobre la indiferencia en materia de religión" en cuatro volúmenes. Sus escritos posteriores oscilaron entre el montanismo y liberalismo. Escribió ya con posturas radicales de crítica antirromana "Ensayo" y "La educación del pueblo", "La educación considerada en sus relaciones con la libertad", "El progreso de la Revolución y su lucha contra la Iglesia".
Los muchos artículos que fue sacando en el periódicos como Drapeau blanc, Mémorial catholique y, sobre L'Avenir, fundado por él mismo en unión a Gerbert, Lacordaire y Montalembert, desencadenan una condena de Roma. Gregorio XVI, con la Encíclica "Mirari vos", del 15 de Agosto de 1832, condenó su orientación.
Lamennais la aceptó con resignación, al igual que sus compañeros. Pero siguió en la misma dirección. En breve tiempo reaccionó con posturas de rebeldía. Dejó toda actividad sacerdotal en 1833 y publicó en 1834 "Palabras de un creyente", libro de pequeño tamaño pero de inmensa perversidad según palabras de Gregorio XVI, quien lo condenó en nueva Encíclica, la "Singulari nos," el 25 de Junio de 1834.
Después de la segunda condena, Lamennais se apartó totalmente de la Iglesia y vivió ya marginado. Cambió su apellido por Lamennais y trató de configurar una Filosofía y una Teología que él mismo llamó del sentido común, creyendo moverse en la tradición auténtica y con una crítica inteligente, pero amarga, de la Jerarquía eclesial. Publicó algunas obras en este dirección "Absolutismo y libertad", "El catolicismo en sus relaciones con la sociedad política" y "Negocios de Roma". Esta última obra fue la más dura crítica a la Curia romana, a la que llamaba la gran infame cloaca.
Durante la Segunda República (1848-1851) actuó como diputado con un activo papel político, colaborando en la redacción de la nueva Constitución.
Las últimas obras "La esclavitud moderna," sobre las condiciones inhumanas del naciente proletariado; "El país y el Gobierno", contra el régimen de Luis Felipe (que le supuso una multa y un año de cárcel); "Discusiones críticas"; "De la religión", "Pasado y futuro del pueblo"; y los cuatro primeros volúmenes del "Ensayo de Filosofía", que ya no terminó, fueron su testamento rebelde y descarriado.
Estaba trabajando en la versificación en francés de la Divina Comedia, con un prólogo violento contra la Iglesia romana, cuando le llegó la muerte, obstinado en su postura, el 16 de Enero de 1854.
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